Mi ciudad está al noroeste de México, es decir, desierto, sol, calor y sahuaros. Un paisaje color marrón principalmente.
Llueve (si el calentamiento global lo permite) más que nada en verano (porque lo que es San Juan desde hace rato se nos rajó), un verano que sé de su término gracias al calendario y no a los suaves y tibios rayos del sol que supone deben sentirse cada vez menos cuando llega el otoño. Al sol en mi ciudad le importa poco el protocolo estacional, sigue firme y fuerte.
Me gusta cuando llueve, me gusta ver y escuchar la lluvia, excepto cuando hay rayos sufro de Brontofobia (no, no es miedo a los dinosaurios),
Creo que la gente de ahí apreciría más la lluvia si no fuera por las mentes encargadas de diseñar y construir las calles, los genios esos que logran con cada lluvia que no puedas salir de casa a menos que lo hagas en lancha, también estan los cafres que aprovechan para ir mojando gente con el carro como si se les otorgaran puntos al hacerlo y ni que decir de los cráteres que quedan en las calles cuando el agua se ha evaporado ya.
Es agradable caminar bajo la lluvia necesitando solo un paraguas y no traje de buzo.
1 comentario:
Pues yo este invierno he acabado hasta las narices de tanta lluvia. Y se supone que aquí llueve mucho... Lo bueno es que cada vez que cae una tromba de agua ésto se innunda, porque coincide con marea alta siempre... cosas de la vida hija.
Y yo también tengo miedo a las tormentas...
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